La metáfora perfecta. El bosque y la seguridad social
Después de esta pandemia no seremos los mismos seres que entramos a ella en Marzo del año 2020. A nosotras la pandemia nos trajo como trabajadoras del Derecho muchos desafíos. Cuando decidimos hacer esta plataforma, buscando estar más cerca de aquellas personas que puedan necesitarnos y que también nosotras necesitamos en la medida de seres sociales y políticos, pensamos en la imagen que deseábamos nos definiera. Buscamos obras de arte, buscamos fotografías de la ciudad y personas de este país en determinado tiempo y espacio. Todo era incompleto como símbolo de aquello que entendemos debe ser el mundo que recreamos y transformamos día a día en nuestro quehacer: el de la seguridad social como sistema.
Un día de intercambio de historias recientemente conocidas, nos enteramos que habían descubierto que los árboles de los bosques se comunican entre sí a través de hongos. Se avisan sobre enfermedades y sequias, lo cual hace que se preparen para resistirlas, comparten la memoria ancestral de la vida que los habita. Son solidarios entre sí y esa solidaridad es intergeneracional. Los arboles más jóvenes trasladan agua a los más viejos y los más viejos comparten nutrientes que guardan en el transcurso de su vida a otros que están creciendo, para que lo hagan fuertes. Cuando cada árbol muere da todo al bosque y ese árbol hace eterna su existencia en la existencia de los que viven. Así el bosque se hace eterno y garantiza el agua, la del río. Agua que no pasa nunca por el mismo lugar dos veces. Hay una idea de “sin fin” en la dinámica del bosque, algo parecido a la esencia de lo eterno, lo que perdura para siempre. Inmediatamente nos dimos cuenta que el bosque funcionaba como debía funcionar la seguridad social de un país, fiel a los principios fundantes que la inspiran: la universalidad, la integralidad, la solidaridad y la progresividad.
Aprendamos de los árboles, logremos ser un bosque, recrear lo infinito de la vida que es ser otro para ser yo.