La seguridad social en contexto de pandemia. Los sistemas privados de jubilaciones y pensiones. El modelo para América Latina y el Caribe: Chile, una creación dictatorial.
¡Queremos jubilaciones dignas!
¡No + AFP!
Como lo señalábamos en nuestra nota de la semana pasada sobre el caso de Colombia, la pandemia con epicentro hoy en América Latina y el Caribe nos plantea un enorme desafío en todos los órdenes de la vida. Nos convoca aquí hablar de la seguridad social en nuestra región, pues la entendemos como la herramienta idónea para afrontar las contingencias de la vida tales como la enfermedad, la muerte y la vejez. En los países con sistemas de capitalización individual la crisis es anterior a la pandemia, pero esta llegó para evidenciar dramáticamente su inutilidad para cuidar de la gente.
¿Quién no escuchó en algún momento que Chile era "el modelo exitoso" para América Latina y el Caribe?
En los años 80 durante la dictadura pinochetista se instaló en Chile el sistema privado de jubilaciones y pensiones, que dejó a cada chileno o chilena librados a su suerte. ¿Esto qué quiere decir? Que si querés cobrar una jubilación llegada la edad para ello, el monto a cobrar dependerá de lo que hayas acumulado en tu cuenta de capitalización. La promesa con la que se engañó a la población chilena fue que se jubilarían con un haber cercano al 70% u 80% del último sueldo percibido, planteada en aquel entonces por el ministro de trabajo José Manuel Piñera, hermano del actual presidente de Chile. La realidad resultó bastante lejana, con una tasa de sustitución del 40% en el año 2006, reducida a un 28% en 2018! ("La gran Estafa a los Trabajadores/as: Las AFP", Jorge Molina Araneda http://www.nomasafp.cl/inicio/?p=872). A esto se le agregan las comisiones usurarias que cobran las AFP: El descuento previsional que se le hace a un trabajador es del 10% de su salario y la comisión de las AFP es del 2% del salario, o sea, cobran nada menos que 20% del monto administrado!
Hay una gran excepción nada casual a esta estafa: el sistema de jubilaciones de los militares que sí se preservó como público y de reparto, financiado por impuestos generales y que les permite recibir jubilaciones de mil dólares mensuales, en promedio.
"Queremos jubilaciones dignas" fue una de las consignas que aparecieron una y otra vez en las protestas que comenzaron en el país trasandino a mediados de octubre de 2019, cuando el alza de la tarifa del metro de Santiago detonó el mayor estallido social de las últimas tres décadas en ese país y puso en jaque al gobierno de Sebastián Piñera.
Está claro que la pandemia no es el origen de la crisis del sistema de jubilaciones y pensiones chileno, pero también es cierto que al estar su administración en manos de los mercados financieros, los efectos de la pandemia ya son dramáticos y aún no se conoce su impacto totalmente.
Sólo en los primeros cuatro meses de 2020 el fondo de pensiones chileno registra una disminución de U$ 27.108 millones, lo que representa un 12,7% del fondo total de pensiones. Esto impacta en todas las cuentas de capitalización y mucho más en quienes están más cerca de jubilarse. Como lo mencionamos en la nota del sábado pasado, la CEPAL y la OIT no avisoran un futuro a mediano plazo que revierta esta tendencia.
El 75% de los hombres y el 90% de las mujeres afiliadas que se encuentran cerca de cumplir la edad legal de jubilación, acumulan menos de 50 Millones de pesos en su cuenta individual. En febrero de 2020 para acceder a un monto de jubilación que se aproxime al 70% de la remuneración imponible promedio se requiere un monto acumulado de entre $104 y $140 Millones. Solo un 3% de los afiliados accederán a un beneficio mayor al 70% de la remuneración imponible promedio, según nos lo explica profundamente Barriga y Kremerman en su reciente investigación. ("Pensiones sin seguridad social. Cómo se calcula el monto de las pensiones en Chile?" Mayo 2020. Estudios Fundación SOL http://www.fundacionsol.cl/wp-content/uploads/2020/05/CNU2020_VF.pdf).
Según la ONU, en la mayoría del mundo la seguridad económica de la población y su bienestar depende en gran medida de la cobertura de los sistemas de jubilaciones y pensiones. ¿Cómo puede satisfacer en alguna medida las necesidades de seguridad de cualquier persona un sistema que está construido sobre la base de la incertidumbre? Cuando hablamos de incertidumbre nos referimos a que en Chile una persona adulta mayor no sabe cómo el sistema determinará el monto final de su jubilación ya que el mecanismo no está vinculado a las remuneraciones percibidas o cantidad de años aportados. Depende de variables como la esperanza de vida, la estructura del hogar, el sexo y demás lógicas propias de los seguros y los mercados bursátiles. Asimismo, no existe una garantía mínima universal en el pilar contributivo.
Además de estar determinado por la incertidumbre, este sistema es esencialmente discriminatorio, especialmente con las mujeres, por su mayor expectativa de vida. También con quienes tienen hijos menores, que ganan mucho menos de jubilación que un hombre. Un ejemplo de esto nos lo da Becerra Moro cuando nos cuenta que en 2019 hubo 127.305 nuevos jubilados, con una pensión promedio de 61,46 dólares. Mientras un hombre recibe 155 dólares promedio de jubilación, una mujer percibe 31,4 dólares promedio de pensión, representando un 20,7% de las pensiones de sus pares hombres. ("Pensiones en Chile: el lento camino hacia la desmercantilización", María José Becerra Moro en https://www.clacso.org/boletin-1-seguridad-social-latinoamericana-del-grupo-de-trabajo-seguridad-social-y-sistemas-de-pensiones/)
Chile es uno de los pocos países del mundo que no tiene dentro del pilar contributivo un componente público solidario intergeneracional. Lo que se creó en el año 2008 es una pensión básica solidaria (PSB) la cual es un subsidio dirigido a los no aportantes al sistema. En la actualidad, el subsidio es de 174 dólares mensuales en promedio, cifra que representa un 45% de un salario mínimo en Chile y que beneficia a un millón y medio de adultos mayores. La vieja historia neoliberal: los mercados globales se llevan las ganancias y los Estados se hacen cargo en forma mínima vital del tendal de personas damnificadas por el sistema. ¿Hasta cuándo? ¿En nombre de qué virtud en América Latina se insiste en entregar a los mercados nuestro futuro? ¿De la libertad? ¿De quién?
Hablando de "libertad", es importante mencionar que Las AFP fueron creadas como empresas monopólicas para la administración del dinero de los y las trabajadoras chilenas. Actualmente cuentan con los ahorros obligatorios de 10.961.735 personas afiliadas, masa monetaria que representa el 77% del PBI de Chile a precios corrientes, y en 2019 el 50% de esos fondos fueron exportados e invertidos en el extranjero (ver Becerra Moro, op. cit.)
Recomendamos la lectura de las investigaciones citadas en esta nota. Queremos resaltar una propuesta muy razonable que hace Becerra Moro: Que los propietarios de los fondos sean los y las trabajadoras, que participen de una gobernanza democrática, donde sean partícipes de las decisiones de inversión y que las inversiones sean redistribuidas como bonos retroactivos al momento de la jubilación.
Lamentablemente, las herencias neoliberales de la dictadura pinochetista siguen vigentes en muchos lugares de nuestra región.
Nos sumamos al clamor del pueblo chileno: ¡NUNCA + AFP!